Por Zara Snapp

En abril de este año, se llevó a cabo la Sesión Especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas (UNGASS, por sus siglas en inglés) sobre el problema mundial de las drogas. Los 193 países miembro, tuvieron la oportunidad de dar seguimiento a las políticas que cada país aplica. Esas políticas se fijaron en la Declaración Política y Plan de Acción[1], firmada en 2009. Desgraciadamente, la reunión no generó los resultados esperados: ni la reforma de la política internacional de drogas, ni el fin a las políticas prohibicionistas que han hecho tanto daño a la humanidad.

La UNGASS tiene su antecedente en 2012 cuando los presidentes de México, Felipe Calderón, de Colombia, Juan Manuel Santos y Otto Pérez Molina, de Guatemala, solicitaron al secretario general de la ONU discutir el problema mundial de las drogas en reunión urgente y de alto nivel. Argumentaron que la política de control de drogas de tráfico ilícito no funcionó. La reunión extraordinaria fue aprobada por todos los países miembro.

La última reunión de este tipo fue en 1998, cuando los estados se comprometieron a eliminar o reducir significativamente los cultivos ilícitos de hoja de coca, la planta de cannabis y la amapola/adormidera en 2008.[2] Sus resultados fueron una decepción para el movimiento reformista, significó la perpetuación de estrategias poco realistas, ya fracasadas. Además que el uso, la producción el tráfico y el abuso de drogas y la corrupción aumentaron significativamente en todo el planeta.

El proceso preparatorio para UNGASS 2016 estuvo mal planteado desde el principio con la decisión de centrar las discusiones en Viena, en vez de Nueva York. La capital europea es dominada por las fuerzas conservadoras. Para organizar la Sesión Especial, la Comisión de Estupefacientes (CND por sus siglas en ingles) creó una Junta preparatoria de UNGASS. La Junta fue electa basándose en una distribución regional de funcionarios y oficiales de la oficina de la CND[3]. Estaba presidida por el embajador de Egipto y representantes de países como Hungría, Portugal, Irán, Colombia y El Salvador[4]. Tenían la tarea de elaborar el primer borrador del documento de resultados que sería adoptado durante la UNGASS por todos los Estados miembros.

Invitaron a países, grupos regionales, agencias de Naciones Unidas y organizaciones de la sociedad civil para presentar sus ideas. Crearon mesas de trabajo con temáticas como reducción de la demanda y la oferta, nuevos retos y amenazas, Derechos Humanos  y alternativas al desarrollo. El primer borrador del documento, en principio, fue positivo. Incluía algunas medidas innovadoras sobre políticas de drogas que funcionan.

Sin embargo, el proceso decayó dramáticamente. La CND, con ayuda de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC por sus siglas en inglés) y la Junta preparatoria, lograron censurar las propuestas innovadoras y progresistas de algunos estados miembro, de otras agencias de Naciones Unidas y de la sociedad civil. Se perpetuaron las mismas dificultades que han impedido el debate históricamente.

La Asamblea General fomentó la participación de todos los estados miembros en los preparativos de UNGASS pero parecen no haber incluido recursos para cumplir con ese fin. Muchos estados del sur, los del El Caribe o África, no tienen representación permanente en Viena y por eso estuvieron ausentes en las negociaciones del documento de resultados.

Algunos países jugaron un rol reformista activo. México, Colombia, Ecuador, Suiza, Países Bajos y Uruguay, generaron insumos para replantear la visión integral sobre la política de drogas desde un enfoque de salud pública y derechos humanos. Asegurando “una estrategia verdaderamente equilibrada” que garantice “el derecho a la vida, la libertad y la seguridad. (…) Sin que ello signifique renunciar a la aplicación, racional y con criterio proporcional, (…) de la ley para combatir el crimen organizado”[5].

Sin embargo, aunque las propuestas eran innovadoras y reflejaban la realidad, el consenso fracasó en Viena. Muchas de estas ideas no lograron ser incluidas, más bien fueron bloqueados por las tendencias conservadoras.

El documento final aunque no aportó mucho, logró romper algunos paradigmas en el régimen de control prohibicionista. En vez de comprometerse a un mundo libre de drogas, esta vez el compromiso es trabajar hacía un mundo libre del abuso de drogas. Solo es un cambio semántico pero acerca a entender mejor los matices en el control de drogas.

UNGASS 2016 demostró que el consenso está fracturado, que existen fuerzas conservadoras que pueden dominar las decisiones del sistema internacional. Están plenamente representadas en el documento final. No traza un camino a la Asamblea General en 2019 para no volver a correr el peligro de que Viena lo utilice como una excusa para consolidar su poder.

La buena noticia es que la reforma a la política internacional de drogas aún se encuentra abierta. En espera de estos tres años de trabajo en Nueva York, en conjunto con los Estados miembros, la sociedad civil organizada y todas las otras agencias del sistema de Naciones Unidas a favor de una reforma.

Lo único que se necesita es construir un nuevo consenso, uno real, uno que ponga en el centro los Derechos Humanos, la salud pública, el desarrollo sostenible y el bienestar de todas nuestras sociedades.

 

[1] “Declaración Política y Plan de Acción sobre cooperación internacional hacia un sistema integrado y estrategia equilibrada para contrarrestar el problema mundial de la droga”.

[2] Resolución Adoptada por la Asamblea General. 1998. A/RES/S-20/2. Disponible en: https://documents-dds-ny.un.org/doc/UNDOC/GEN/N98/775/09/PDF/N9877509.pdf?OpenElement

[3] Oficiales de la CND de la 57ª Sesión.

[4] UNODC. About. UNGASS 2016: UNGASS Board. Disponible en: https://www.unodc.org/ungass2016/en/about.html

[5] Ecuador. Segmento Especial sobre la UNGASS. CND Blog Spanish. Disponible en: http://www.cndblogspanish.org/2014/03/delegacion-de-uruguay-en-el-plenario.html#more